Enamorarse es perder el control y yo con él nunca lo tuve.
Siempre amé verlo ser tan el como es, permitirle ser él y que yo me sintiera tan yo hizo la diferencia.
Acoger sus fantasías y llevarlo a limites que ni el ni su cuerpo habían sentido, dejandolo ser conmigo y con mi alma, haciendo cosas que sólo uno en sus pensamientos más raros puede entender; esos que trascienden la memoria y nos marcan la vida.
Que mi alma hablara a través de mis besos y que él lo entendiera; ese era el mayor placer que jamás he podido sentir.
Ver en sus ojos cosas que no he visto en otros, en su cuerpo cosas que no he sentido en otros y en su alma un amor que no he sentido por nadie. Uno que me lleva a perder el control, a pasar mis límites, a no reconocer mis sentidos por que se pierden en sensaciones que no tengo palabras para describir.... palabras que tal vez, nunca han podido ser escritas.
El siempre sacó lo peor y lo mejor de mí, lo oscuro y lo bonito; las lágrimas y las sonrisas. Yo me conecté con su alma, con lo que no podía tocar, con lo que nadie podía ver; con eso que hasta hoy muy pocos han podido entender.
Así lo viví yo por que es de la única forma que pude exteriorizarle todo lo que le quizo decir mi corazón. Con amor. Ser yo desde todo lo que eramos. El lo vio todo; lo tuvo todo. A mí yo más original.
De eso hace mucho tiempo hasta que le le perdí el interés a controlarlo todo, de hecho no creo que en algún momento lo hubiera tenido con él y eso fué lo que me terminó de enganchar. No haberlo necesitado físicamente para amarlo por que mientras no estuvo; yo amé su alma, su vida, a él... al de verdad, no al cuerpo que le dieron.
Tener el cuerpo es una cosa, pero besarle el alma y que todo encaje como un rompecabezas perfecto es otra muy diferente. Yo aún no tengo las fichas completas y no se si en algún momento logre ubicarlas pero, por lo menos, ya aprendí en dónde buscarlas.
Kika Carrero
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