Darle la vuelta al mundo

Mientras más viajo más entiendo que esto es lo que necesito para ser felíz.

Porque cuándo entendemos que la felicidad no depende de nadie más que de nosotros mismos empezamos realmente a vivir como queremos.

Empezamos a caminar por el camino que hemos diseñado para nosotros y nos acostamos viendo lunas que jamás volveran pero que dejaron grandes enseñanzas a nuestro corazón. Caminar por diferentes playas y montañas; sentir tantos caminos en nuestros pies como nosotros queramos ¡nos hace libres!.

Aprender de otras culturas, viajar de la mano de cualquier amigo que te cogió la caña y alistó la maleta contigo es grande. Levantarte en un país donde no tienes ni idea del idioma pero te defiendes como puedes para sobrevivir, te llena de poder.

Sentir tantos soles y tantos vientos en tu cara no tiene precio. Entender que si no es ahora no hay cuándo es una energía tan poderosa que atrae prosperidad y abundancia a tu vida. Dios provee todo y organiza las cosas de forma que puedas vivir las experiencias que debes vivir cuándo las debes vivir. Así que cuándo el mundo toque a tu puerta para llevarte a conocerlo, abrele sin miedo por que como dice el dicho "cada niño viene con el pan debajo del brazo" y el niño de los viajes viene con todo listo para que disfrutes de tu mejor experiencia, TU VIDA.

Viaja a lugares mágicos, sigue a tu corazón, alista la maleta y ¡ten el pasaporte listo para llenarlo de sellitos!.

Yo quiero darle la vuelta al mundo con el que me quiera acompañar. De Dios para abajo, ¡todo es compañía!. Cada viaje deja marcas imborrables en el alma y el corazón y nos llena de energías tan grandes que solo los amantes de la maleta podemos entender. Nos renueva, nos conforta, nos libera, ¡nos alimenta!.

La invitación es a conocer todo cuanto sea posible como llegue pues si está llegando a tu vida sus razones tendrá y todo se dará de manera perfecta para que emprendas un nuevo viaje mágico; el viaje mas grande de todos, el viaje de tu propia vida.

Kika Carrero

Los Milagros...

Los milagros no se limitan a apariciones públicas o eventos frente a multitudes.

Cuándo tienes la oportunidad de presenciar un milagro personal y no tienes ningún tipo de explicacion lógica para el tipo de cosas que experimentas entiendes que Dios y tus ángeles han entrado en tu vida para decirte que están ahí. Que llegaron para llenarte de amor, para quitarte los miedos y para atraparte entre sus alas y llenarte de paz infinita.

Llegaron para decirte que eres más fuerte que lo que vives y para corroborarte que tienes el poder y el amor suficiente para derrumbar las paredes, para mover las montañas y para atraer hasta tí todas las cosas que deseas del universo y que solo tú puedes lograrlas si sabes pedirlas.

La frase "la fé mueve montañas" es tan cierta como el hecho de sentir hambre.
Sentirnos acompañados de nuestros guías espirituales y saber que están con nosotros nos conecta con nuestro proposito de vida. Nos acerca a lo que realmente somos, nos lleva a nuestro plan de vida real, nos hace más espiriuales que humanos y debemos recordar que somos almas de amor que vinimos a aprender en un plano terrenal que va más allá del físico.

Las formas de aprendizaje son distintas en todos los casos y ninguna es menos valiosa que otra; solo debemos recordar, ¿Que debo aprender de esto? ¿Cuál será mi milagro? ¿Estoy listo para entenderlo?.

Mi milagro personal empezó hace unos seis meses cuando pensé que me estaba enloqueciendo y que me quedaban muy pocas opciones para levantarme pero después de varias oportunidades empecé a recibir mensajes en forma de sueños, de personas, de momentos; y la más fuerte de todas en forma de un niño.

Yo viajaba a uno de los viajes más importantes que tal vez haré en mi vida. Iba muy nerviosa por que hace mucho tiempo no veía a mi abuela materna y habia guardado sentimientos muy negativos en mi corazón por razones familiares que ya no vienen al caso. No la veía hace más de cinco años y no tenía ningun tipo de contacto con ella y como yo había decidido que debía cambiar muchas cosas en mi vida para poder subir a otro nivel, alisté la maleta y cojí camino sin pensar que sería yo la que más bendiciones recibiría en este viaje. En el avión un niño de no más de tres años me miró y empezó a saltar y a decirme "Mami aquí estoy yo, mírame, mírame, mamiiiii te quiero mucho, pero mami mírame". Estas palabras tienen un significado muy fuerte y personal de una situación que yo venía cargando de mucho tiempo y que en ese momento fue muy clara para mí. Sentí el amor en mi cuerpo, las lagrimas se salieron de mis ojos y no pude evitar llorar y sentir que había hecho contacto con esa personita que tanto había querido hablar por tanto tiempo. 

Ese fue el comienzo de un viaje y una vida llena de milagros para mí. Supe desde ese momento que podía abrir mi corazón sin miedo y que las cosas que nos pasan en la vida (aunque esten lejos de ser lo que deseamos) son las encargadas de abrirnos los ojos y demostrarnos siempre que no existen las casualidades, que no es aleatorio lo que vivimos y que existen fuerzas mucho más grandes que nosotros que nos llevan a experimentar el mundo de otra forma. Vivir es otra cosa que no conocemos aún y para eso debemos preparar nuestros corazones, nuestra mente y nuestros sentidos pues todos somos capaces de recibir estos mensajes, y claro de recibir nuestros milagros, sólo debemos creer que los recibiremos y preparar nuestros sentidos pues es a través de ellos que podremos experimentar el milagro de la vida.

No necesitamos tener ningun tipo de don especial o de clarividencia divina, este tipo de mensajes no llegan sólo a algunos "elegidos". Se requiere fe, amor y humildad en el corazón para hacer contacto con nuestros guías que siempre estan dispuestos a ayudarnos. Los que debemos abrir el corazón para recibirlos somos nosotros pues ellos han estado siempre ahí, dispuestos para ayudarnos y entregarnos las respuestas.

Kika Carrero